Geoffroy Rivas, Pedro (1908-1979).
Poeta, narrador, antropólogo, ensayista, lingüista y periodista salvadoreño, nacido en Santa Ana el 16 de septiembre de 1908, y fallecido en San Salvador el 10 de noviembre de 1979. Poeta rebelde y narrador polémico, por la extensión y profundidad de sus vastos saberes humanísticos ha pasado a la Historia de las Letras centroamericanas como uno de los intelectuales más brillantes e influyentes del panorama cultural salvadoreño.
Nacido en el seno de una familia terrateniente de Santa Ana, poseedora de grandes cafetales, el joven Pedro Geoffroy desestimó la posibilidad de quedarse en el campo al frente de la explotación familiar para trasladarse a la capital salvadoreña, donde comenzó a cursar estudios superiores de Medicina. Pero su innata vocación humanística, fuertemente inclinada hacia la vertiente de la creación literaria, pronto le indujo a abandonar las aulas de la Universidad de El Salvador para centrar su atención en otras materias y lugares.
Así las cosas, en 1931 se trasladó a Guatemala, y de allí pasó a México, en cuya Universidad Nacional Autónoma formalizó su inscripción para cursar estudios de Derecho (disciplina en la que obtuvo la licenciatura en 1937) y, posteriormente, Antropología y Lingüística. Cada vez más interesado por los estudios de Letras, se especializó en el conocimiento y la investigación de las lenguas indígenas mesoamericanas, al tiempo que comenzaba a colaborar asiduamente en algunos medios de comunicación del país azteca.
Todavía en México, se hizo miembro corresponsal del grupo literario Crisol, ubicado en su ciudad natal de Santa Ana, y a su regreso a El Salvador fundó, en compañía de algunos periodistas y escritores procedentes del desaparecido Diario Nuevo, el rotativo La Tribuna (1944), periódico cuya dirección asumiría años más tarde, mutada ya su cabecera en Tribuna libre. Implicado, así, en los principales movimientos de la vanguardia intelectual, artística e ideológica de su país, Pedro Geoffroy se vio forzado a tomar el camino del exilio tras la caída del gobierno del general Maximiliano Hernández Martínez. Volvió a instalarse en México, ahora en compañía de su reciente célula familiar, y allí vivió durante más de un decenio, hasta que pudo regresar de nuevo a El Salvador para ocupar una cátedra en la Universidad donde había iniciado su formación académica.
A partir de entonces, la dimensión literaria e intelectual de su obra se convirtió en el espejo y estímulo de toda una nueva generación de escritores salvadoreños que, admiradores por igual de su audacia estética y su rebeldía socio-política, convirtieron a Pedro Geoffroy en uno de sus mentores más influyentes. En efecto, sus ideas políticas (ínsitas en la corriente socialista) y sus trabajos literarios (difundidos no sólo a través de sus libros, sino también por medio de numerosos artículos y ensayos publicados en algunos medios de comunicación tan prestigiosos como las revistas Crisol, Hoja, La Universidad y Cultura, y los periódicos Reforma Social, El Diario de Hoy y el mencionado Tribuna Libre) fueron el acicate que movió durante algún tiempo a los jóvenes escritores salvadoreños, agrupados primero en el famoso Círculo Literario Universitario, y posteriormente en la no menos célebre Generación Comprometida. Años después, cuando gran parte de estos jóvenes creadores renegaron de la obra y las ideas de Pedro Geoffroy Rivas, el ya veterano poeta y luchador de Santa Ana acudió con renovado ardor a cuantas polémicas era convocado, lo que le convirtió en un brioso disidente caracterizado por la independencia de sus ideas y la vehemencia que ponía en defenderlas. No obstante, a pesar de sus posturas rabiosamente independientes y de sus múltiples enfrentamientos con todas las esferas del poder social, político y cultural, Pedro Geoffroy fue elegido miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua y, finalmente, reconocido oficialmente como el gran creador e ideólogo que fue, merced al Premio Nacional de Cultura que, en su modalidad destinada a las Artes, recayó en su persona en 1977.
Por desgracia, su carácter impulsivo, vehemente y asistemático -siempre presto a acudir con nuevos textos allí donde se hacía necesaria su presencia- dejó un abundante material inédito o disperso en numerosas publicaciones periódicas de toda el área centroamericana. Para intentar cubrir esta laguna en la historia de las Letras salvadoreñas del siglo XX, a finales de la década de los años setenta la Biblioteca Nacional de El Salvador subvencionó un proyecto encaminado a recuperar y sistematizar toda su obra literaria y periodística diseminada en los medios de comunicación, proyecto que arrojó sus primeros resultados en un valioso trabajo hemero-bibliográfico publicado en 1979 en la revista Anaqueles (San Salvador, nº 2, págs. 21-25). Casi diez años después, la labor del joven investigador salvadoreño Luis Alvarenga ha fructificado en una espléndida recopilación de los ensayos y artículos de Pedro Geoffroy Rivas, publicados por la Dirección de Publicaciones e Impresos del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA) bajo el título de La mágica raíz (1988).
Entre el resto de su obra impresa, sobresalen algunos poemarios de extraordinario valor para el estudio de la evolución de las ideas estéticas en el campo de la poesía hispanoamericana del siglo XX. Se trata de las obras tituladas Rumbo (1934), Canciones en el viento (1936), Sólo amor (1963), Yulcuicat (1965), Los nietos del jaguar (1977), Vida, pasión y muerte del antihéroe (1977) y Versos (1979). Además de estos títulos poéticos, Pedro Geoffroy Rivas dejó impreso en vida un ensayo literario tan relevante como Mi tío Alberto Masferrer (1953), y varios tratados lingüísticos del alcance de Toponimia náhuat de Cuscatlán (1961), El nawat de Cuscatlán (1969), El español que hablamos en El Salvador (1969) y La lengua salvadoreña (1979).
A partir de entonces, la dimensión literaria e intelectual de su obra se convirtió en el espejo y estímulo de toda una nueva generación de escritores salvadoreños que, admiradores por igual de su audacia estética y su rebeldía socio-política, convirtieron a Pedro Geoffroy en uno de sus mentores más influyentes. En efecto, sus ideas políticas (ínsitas en la corriente socialista) y sus trabajos literarios (difundidos no sólo a través de sus libros, sino también por medio de numerosos artículos y ensayos publicados en algunos medios de comunicación tan prestigiosos como las revistas Crisol, Hoja, La Universidad y Cultura, y los periódicos Reforma Social, El Diario de Hoy y el mencionado Tribuna Libre) fueron el acicate que movió durante algún tiempo a los jóvenes escritores salvadoreños, agrupados primero en el famoso Círculo Literario Universitario, y posteriormente en la no menos célebre Generación Comprometida. Años después, cuando gran parte de estos jóvenes creadores renegaron de la obra y las ideas de Pedro Geoffroy Rivas, el ya veterano poeta y luchador de Santa Ana acudió con renovado ardor a cuantas polémicas era convocado, lo que le convirtió en un brioso disidente caracterizado por la independencia de sus ideas y la vehemencia que ponía en defenderlas. No obstante, a pesar de sus posturas rabiosamente independientes y de sus múltiples enfrentamientos con todas las esferas del poder social, político y cultural, Pedro Geoffroy fue elegido miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua y, finalmente, reconocido oficialmente como el gran creador e ideólogo que fue, merced al Premio Nacional de Cultura que, en su modalidad destinada a las Artes, recayó en su persona en 1977.
Por desgracia, su carácter impulsivo, vehemente y asistemático -siempre presto a acudir con nuevos textos allí donde se hacía necesaria su presencia- dejó un abundante material inédito o disperso en numerosas publicaciones periódicas de toda el área centroamericana. Para intentar cubrir esta laguna en la historia de las Letras salvadoreñas del siglo XX, a finales de la década de los años setenta la Biblioteca Nacional de El Salvador subvencionó un proyecto encaminado a recuperar y sistematizar toda su obra literaria y periodística diseminada en los medios de comunicación, proyecto que arrojó sus primeros resultados en un valioso trabajo hemero-bibliográfico publicado en 1979 en la revista Anaqueles (San Salvador, nº 2, págs. 21-25). Casi diez años después, la labor del joven investigador salvadoreño Luis Alvarenga ha fructificado en una espléndida recopilación de los ensayos y artículos de Pedro Geoffroy Rivas, publicados por la Dirección de Publicaciones e Impresos del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA) bajo el título de La mágica raíz (1988).
Entre el resto de su obra impresa, sobresalen algunos poemarios de extraordinario valor para el estudio de la evolución de las ideas estéticas en el campo de la poesía hispanoamericana del siglo XX. Se trata de las obras tituladas Rumbo (1934), Canciones en el viento (1936), Sólo amor (1963), Yulcuicat (1965), Los nietos del jaguar (1977), Vida, pasión y muerte del antihéroe (1977) y Versos (1979). Además de estos títulos poéticos, Pedro Geoffroy Rivas dejó impreso en vida un ensayo literario tan relevante como Mi tío Alberto Masferrer (1953), y varios tratados lingüísticos del alcance de Toponimia náhuat de Cuscatlán (1961), El nawat de Cuscatlán (1969), El español que hablamos en El Salvador (1969) y La lengua salvadoreña (1979).
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