viernes, 18 de noviembre de 2016

ARQUITECTURA EN EL SALVADOR

La arquitectura salvadoreña esta clasificada en 5 epocas las cuales son:

EPOCA PRECOLOMBINA 


Antes de la conquista española, el territorio Salvadoreño fue ocupado por pueblos indígenas los cuales nos dejaron un valioso legado arquitectónico, como lo son los sitios ceremoniales, aldeas, arquitecturas de viviendas, etc. 



Un legado de ello son los siguientes lugares: 






Ruinas del Tazumal

 


El Tazumal de El Salvador; está ubicada en el corazón de Chalchuapa, en el departamento de Santa Ana a ochenta kilómetros al occidente de la capital. Esta zona está dentro del área arqueológica de Chalchuapa, cuya superficie aproximada es de 10 km² y donde también se localizan los sitios arqueológicos de Pampe, Casa Blanca, El Trapiche y Las Victorias. Chalchuapa fue un sitio adonde llegó la influencia de Copán, y la influencia teotihuacana y tolteca.

San Andres


San Andrés es un sitio maya prehispánico de El Salvador, cuya larga ocupación se inició alrededor del año 900 a. C. como un pueblo agrícola en el valle de Zapotitán del departamento de La Libertad. Este asentamiento temprano fue desocupado por el año 250 a causa de la enorme erupción de la caldera del Lago de Ilopango, y fue nuevamente ocupado en el siglo V, junto con muchos otros sitios del valle de Zapotitán. Entre 600 y 900 d. C. San Andrés fue la capital de un señorío maya con supremacía sobre los demás asentamientos del Valle.


Joya de Ceren 

Este es uno de los sitios arqueológicos más importantes dentro de Mesoamérica porque demuestra cómo era la vida para la gente. Muchos le llaman “La Pompeya de América” en comparación al sitio arqueológico de esa ciudad localizada en Italia.

El recorrido está compuesto por tres áreas de excavación donde visualizará diez estructuras separadas. En ellas verá algunos dormitorios, área de cocina donde se hallaron vasijas con restos de comida, platos de barro; también bodegas y terrenos de cultivos limitados con cercos de madera.

EPOCA COLONIAL 

La época colonial en El Salvador se extendió desde la llegada de Pedro de Alvarado desde Guatemala en 1524 hasta la independencia formal firmada en 1821, es decir prácticamente tres siglos, durante los cuales se produjeron algunas obras de arquitectura notables que subsisten hasta nuestros días y de las cuales es posible hacer una lectura continua. Se trata de una arquitectura realizada en una provincia relativamente marginal dentro del imperio español en el Nuevo Mundo, poco vinculada a sus centros de dominio político o a las zonas de mayor producción de riqueza mineral. Sin embargo, como bien dice Browning (1987) «pronto se descubrió que la mayor riqueza de aquella provincia era su tierra y su gente». El criterio tipológico orienta a estudiar tres tipos arquitectónicos y urbanos de trascendencia para la historia de la arquitectura en el país: el conjunto urbano, dominado por la plaza y los portales; el templo religioso y la vivienda.

TEMPLOS




 Iglesia de San Pedro Apostol, Metapan


Iglesia del Pilar, San Vicente

VIVIENDAS

El desarrollo de una nueva especialidad interna en la escala doméstica habita-
cional es el tercer gran aporte de la arquitectura colonial en El Salvador y proba-
blemente en toda América Latina. Al modelo originario de las chozas de tierra
pisada de Joya de Cerén, los españoles agregarían una tipología de vivienda nueva,
que todavía subsiste, se repite, renueva y multiplica en la arquitectura salvado-
reña: la casa de patio, en dos versiones: la casa rural aislada, heredera del cortijo español; y la casa urbana, adosada, que configura las cuadras de aquel trazado
regular. Todas eran variaciones probadas en la península de la casa mediterrá-
nea cuya matriz griega y romana ya había descrito Vitruvio en el siglo I a. de C.
y que los árabes enriquecerían incorporándoles agua y naturaleza. En términos
arquitectónicos se trata de la composición mesurada de llenos y vacíos y espacios
intermedios, corredores y portales, que permitía hacia el interior organizar y je-
rarquizar las habitaciones, adaptándolas a las formas a veces irregulares de las
parcelas. Hacia el exterior el esquema facilita la creación de fachadas continuas,
horizontales, dominadas por las franjas de zócalo, pared y cubierta, perforadas
por una serie de vanos verticales, relativamente pequeños que garantizaban una
relación controlada, «filtrada» entre interior y exterior.
Alcaldia de Suchitoto, Cabañas

Casco urbano de Suchitoto, Cabañas

ARQUITECTURA REPUBLICANA DE EL SALVADOR 

El advenimiento de un El Salvador independiente podría oficialmente marcar el
inicio de una nueva etapa en el desarrollo de su arquitectura. Sin embargo, aun-
que es fácil identificar la independencia política formal en el marco de Centro-
américa es menos evidente puntualizar el surgimiento de una arquitectura propia
del nuevo Estado, fuera de los lineamientos de la matriz arquitectónica colonial.
No es sino hasta la consolidación del nuevo Estado nacional, laico y liberal hacia
1880 que se puede decir que surgen nuevos tipos arquitectónicos o variaciones
significativas sobre los tipos coloniales. Eso sí, todas las arquitecturas que apa-
recen entre esa fecha y 1950 tienen en común el recurso del lenguaje historicista
en sus modalidades neoclásica, neogótica, neocolonial y otras. Sin embargo, más
allá de las preocupaciones estilísticas, siempre superficiales, es notable la apari-
ción de diversos tipos arquitectónicos asociados con el ascenso de los grupos so-
ciales dominantes, respaldados por la riqueza producida por el cultivo del café, y
la aparición de edificios públicos en consonancia con la nueva lógica del Estado.
Además, resultan significativas las experimentaciones tecnológicas que implican
cambios importantes en la manera de construir, aunque sobre la base de modelos
arquitectónicos precedentes.

TEATROS

Dentro de los edificios civiles destacan los nuevos teatros nacionales de Santa
Ana, San Salvador y San Miguel, como los ejemplos más elaborados de una arqui-
tectura ecléctica de fuerte arraigo en el neoclasicismo. El Teatro Nacional de San-
ta Ana (1904) probablemente sea el caso más relevante. Diseñado y construido
por los italianos hermanos Durini (Herodier, 1997) se vincula claramente a otros
teatros en Costa Rica y Ecuador que los mismos diseñarían durante su dilatado
ejercicio profesional en América. Destaca en este edificio su clara composición en
planta con tres grandes componentes de dimensiones comparables: un cuadrado
posterior para el escenario y camerinos, la platea circular al centro y los espacios
vestibulares y sociales dentro de otro cuadrado sobre la fachada principal. Todo
ello dentro de un rectángulo de fuerte presencia urbana. Los elementos más no-
tables de su arquitectura son: el salón de baile del segundo nivel, con una doble al-
tura que le otorga proporciones cúbicas y que se abre a la plaza principal de Santa
Ana; el juego de doble escalera de caracol, construida en madera, para subir hacia
los palcos del segundo y tercer nivel y que demuestra una gran calidad artesanal
y, por último, la platea circular que se eleva tres alturas y está cubierta por una
cúpula rebajada con su respectiva linterna.

Teatro Nacional de El Salvador

PALACIOS MUNICIPALES

Una segunda tipología destacada es la de los palacios municipales, y nacional,
que se fueron construyendo en las diversas ciudades frente a la plaza principal de
acuerdo con la norma colonial, haciendo despliegue de lenguajes neoclásicos más
o menos depurados. Subsisten algunos ejemplos tales como las alcaldías munici-
pales de Santa Ana, Usulután y Chalatenango, el Palacio Nacional, el «Castillo»
de la Policía y la Escuela Normal de San Jacinto, luego Casa Presidencial. En el
caso de Chalatenango, se trata de una versión modesta de los otros ayuntamien-
tos: una casa de patio que ocupa prácticamente toda su manzana pero que se en-
frenta a la plaza por medio de una arcada que complementa bien los portales del
centro de Chalatenango. Por dentro, el edificio se organiza a partir de un patio
central cuadrado y un corredor perimetral con una columnata dórica que contri-
buye a la sobriedad general del edificio.


 Alcaldia Municipal de Chalatenango

ARQUITECTURA MODERNA DE EL SALVADOR 

Existe un consenso bastante bien establecido entre los historiadores de que la mo-
dernidad política se establece en el país a partir de 1948, más puntualmente con
el advenimiento de la nueva Constitución de 1950. Esta carta magna, entre otras
rupturas, consagra el rol del Estado como promotor del desarrollo, la propiedad
privada en función social y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres (Tur-
cios, 1990; Baloyra, 1986). Dicho período concluiría violentamente con la Gue-
rra Civil (1980-1992), que abre una nueva fase histórica que se prolonga hasta
nuestros días. Adelante se discute la producción arquitectónica en El Salvador
durante ese período de poco más de treinta años.


El advenimiento de la modernidad arquitectónica en el país está marcado
por varios hechos «no edificados» pero de gran trascendencia. Vale citar, como
ejemplo, tres sucesos. Primero, la creación en 1950 del Ministerio de Obras Pú-
blicas (MOP) en sustitución del pretérito Ministerio de Fomento, que incluía
una Dirección de Urbanismo y Arquitectura (DUA) responsable de las nuevas
obras edilicias públicas, así como de sus intervenciones urbanas. En esa misma
línea también es notable la creación del Instituto de Vivienda Urbana (IVU). Se-
gundo, la fundación en 1954 del programa de Arquitectura en la Universidad de
El Salvador (UES), que permitiría por primera vez la formación de profesionales
a nivel local, dentro de una lógica claramente «moderna». Tercero, la aparición
de las primeras industrias nacionales de materiales de construcción, en especial
cemento, acero, bloques de concreto y láminas para cubiertas.



Fachada Edificio Ex-Banco Salvadoreño

ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA

Analizar la producción de arquitectura de El Salvador en los últimos veinte años
representa un reto, no tanto por la dificultad de delimitación temporal, que ini-
cia con la firma de los Acuerdos de Paz (1992) y se prolonga hasta el día de hoy,
sino porque el objeto de estudio es demasiado cercano al observador. Este período
que Samayoa (2002) llama de «reforma pactada» ha evidenciado la aparición de
nuevos actores y generaciones de profesionales involucrados en la producción de
arquitectura, así como la desaparición de otros, en un marco de mayor apertura
del país hacia el mercado y la cultura globales.


Edificios 105 Campestre

Plaza de acceso al MUNA

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